El voluntariado en peligro de extinción

   Gracias a Félix Rodríguez de la Fuente y su Hombre y la Tierra conocimos al Lince Ibérico. Ese felino de aspecto grácil, con patas largas, una cola corta, orejas puntiagudas terminadas en un pincel de pelos negros rígidos y sus características patillas que cuelgan de sus mejillas. 

   El bueno de Félix en su celo conservacionista de la fauna ibérica, nos sensibilizó a través de sus programas sobre la necesidad de preservar nuestra fauna autóctona y sobre todo a respetar a las especies más sensibles a la actividad antropogénica. Gracias a su labor se prendió una chispa en las conciencias de varias generaciones que otros después han avivado y algunas administraciones, como la Junta de Andalucía, ha mantenido constante. En un período de alrededor de 20 años, la población de Lince Ibérico ha pasado de menos de 100 ejemplares contabilizados en 2002 a más de 2.000 en 2023. Pero nuestro felino de cabecera no es la única especie en extinción, lamentablemente. En nuestra preciosa piel de toro, el voluntario ibérico cada vez es más raro de observar en su medio natural, como son las entidades sin ánimo de lucro que se dedican a discapacidad, infancia, mayores, inmigración… 

   ¿Qué es ser voluntario?. Es la persona que se compromete libremente y por iniciativa propia a realizar de forma desinteresada y altruista actividades de interés social, colaborando con una organización solidaria y sin ánimo de lucro (www.gizalde.eus). A esta experiencia en ocio y voluntariado con personas con discapacidad intelectual. 

   “Antes el boca oreja funcionaba, fácilmente conseguíamos el número de voluntarios necesarios para acompañar a las personas con discapacidad intelectual en sus actividades de ocio. Ahora cuesta mucho más”. Idáñez nos apunta que la captación de voluntarios es un reto cada vez mayor para las asociaciones. 

   “Después de la pandemia, las situaciones personales y laborales se han vuelto más complejas, además falta tener una mirada colectiva y no es fácil que la ciudadanía asuma compromisos largos, de al menos nueve meses”. y/o compañerismo”. Sus necesidades son sencillas pero es necesaria formación como la que provee ASPAPROS y el seguimiento por parte de profesionales como Verónica. 

   Nuestra responsable nos informa que “es poco conocido por la ciudadanía que las entidades sin ánimo de lucro, como es el caso de ASPAPROS, otorgan un certificado con las horas de voluntariado realizado que puede ser de gran ayuda a la hora de la búsqueda activa de empleo sobre todo en el tercer sector, pero también en empresas comprometidas socialmente como Caixabank, que aprecian tanto las aptitudes como las actitudes en el trato a las personas vulnerables”

   Concluye Idáñez con una visión crítica de la realidad: “Hay pocos voluntarios y muchas entidades que los demandamos. Mucha demanda y poca oferta, y eso está llevando que los voluntarios sean más exigentes con las actividades, quieran un programa de actividad atractivo y muy variado que los motive a participar y que además cuente con recursos amplios, más allá de la experiencia altruista”. La cultura de la inmediatez, la del “lo quiero todo y ahora”; y el desconcierto de una sociedad “fatigada” explican las causas de esta desmovilización”. 

   Las entidades sin ánimo de lucro tenemos que aprender del ejemplo del finado naturalista y certera definición de esta entidad guipuzcoana deberíamos añadir que el voluntariado no debería nunca sustituir la labor de un profesional. Las funciones del voluntariado no pueden solaparse nunca con las de un puesto remunerado para evitar el intrusismo y la precariedad laboral y este criterio ASPAPROS lo lleva a gala desde siempre. 

   ¿Cuál es la realidad del voluntariado? Más allá de estadísticas y estudios de sesudos profesores e investigadores queremos conocer la realidad a pie de calle y para ello hablamos con Verónica Idáñez, la Responsable del Servicio de Voluntariado de ASPAPROS, una voz más que autorizada después de sus 17 años de Según Verónica la pandemia ha servido como un catalizador de un proceso de desmovilización del voluntariado que ya había comenzado hace tiempo. “Existe preocupación en el sector, cuesta implicar a la gente y retenerla”. 

   Otro dato relevante es que los jóvenes con los que contacta nuestra experta, mantienen su compromiso durante menos tiempo. “Algunos me dicen que les gustaría pero que …, o no tienen tiempo, no tienen vehículo, están buscando trabajo o poca flexibilidad laboral. Dado que la acción voluntaria no se prolonga excesivamente, el voluntario no termina adquirir la experiencia mínima necesaria y eso redunda en la calidad de la atención”. 

   Las personas con discapacidad demandan: “conocer personas con las que interactuar, compartir, disfrutar y generar lazos de amistad divulgador ambientalista español con el que empezamos este artículo. Hay que proteger una especie que está en claro proceso de extinción, nuestro querido y singular voluntario, porque su ecosistema natural está contaminado por un conjunto de contravalores como el egoísmo, individualismo, hedonismo, superficialidad y utilitarismo; y los avistamientos de nuestra rara avís, el voluntario vocacional, cada vez son más escasos y espaciados.

   ¿Qué podemos hacer?. Tenemos que ser como Félix: incansables divulgadores del conservacionismo, sensibilizadores sociales y voceros del voluntariado porque cada ejemplar es único, irremplazable y valiosísimo. Si permitimos que esta especie se extinga ya nunca volveremos a verlo en nuestras entidades sin ánimo de lucro.

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