ASPAPROS ha organizado unas charlas sobre la buena práctica de FEAPS para situaciones de duelo.
La charlas destinadas a trabajadores y clientes pretenden guiarlos a la hora actuar y afrontar este inevitable momento de la vida. Las charlas han sido impartidas por las Técnicos de Ajuste Personal y Social de ASPAPROS: Raquel García, a trabajadores; y María José Guirado a clientes.
El contenido que se desarrolló en las charlas fue el siguiente:
- Definición de duelo.
- Fases del duelo.
- Buenas Prácticas en situaciones de duelo.
El duelo se produce por el dolor provocado por una pérdida apreciada. Hablamos, no solo a la perdida de una persona querida, también se puede dar por la pérdida de un animal, un objeto físico o un recuerdo, aunque de forma genérica se habla de duelo cuando se pierde a un familiar (padres, hermanos, …) o ser querido.
Duelo es, por tanto, la respuesta, normal y natural, ante una pérdida o separación. Se trata siempre de una respuesta personal y única que cada persona experimenta a su modo y manera y con una duración indeterminada debido a esa característica individual de cada persona.
El duelo pasa por una serie de fases. La primera es el shock que se produce al conocer la noticia y en la cual nada parece real, hablando todavía del fallecido en tiempo real. Se caracteriza también por la soledad, confusión, tristeza y vacío emocional de la persona.
Una segunda fase se inicia con la aparición de sentimientos de culpa, cólera, enojo, depresión y abandono. Se caracteriza por la falta de apetito, insomnio, miedo a las enfermedades y el aislamiento social.
Con la resistencia a volver a la rutina de la vida diaria se da paso a la tercera fase.
Finalmente, la cuarta fase aparece con la afirmación de la realidad y la recuperación de la vida rutinaria, aceptando la pérdida y afrontándola como una realidad.
Como hemos referido con anterioridad se trata de un proceso totalmente individualizado sin un orden y unos tiempos definidos ni concretos.
Las buenas prácticas en situaciones de duelo empiezan antes de que se produzca el mismo. La utilización de ejemplos de la vida diaria, como la muerte de una mascota, una planta o de un personaje famoso ayuda al persona con discapacidad intelectual a ir tomando consciencia de la llegada, inminente o no, de la desaparición del ser querido. En buena lógica, siempre hay que ajustarse a las características personales de cada uno: edad, creencias o experiencias anteriores.
Cuando se produce la pérdida del ser querido siempre se tiene que ofrecer a la persona afectada los espacios, físicos y emocionales, adecuados para recibir la noticia, facilitándole toda la información que necesite y ayudándole a expresar sus sentimientos. Y siempre haciéndole partícipe en el proceso del fallecimiento.