Hoy, 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el acoso escolar. En la última edición de nuestra Revista ASPAPROS, dedicamos la editorial «No son cosas de niños» a hablar sobre ese tema:
El acoso escolar desafortunadamente está en la cresta mediática, y razones no faltan; casos como el de Alejandro, chico con una leve discapacidad intelectual de Olula del Río que ha sufrido acoso durante 4 años, causándole severos daños emocionales de los cuales hoy día intenta recuperarse, no puede dejar indiferente a ninguna persona. Pero no pensemos que los casos de acoso escolar que transcienden a los medios de comunicación son los únicos, éstos son solo la punta de iceberg. Bajo las frías y calmas aguas hay una gran masa helada que está escondida por la indiferencia y la desinformación, e incluso en algunos casos por la permisividad al acoso cuando las víctimas son niños con discapacidad intelectual. Quizás en el ideario colectivo subyace una resistencia a la plena inclusión y normalización de las personas con discapacidad intelectual. O quizás no.
Según una encuesta realizada por el Diario el País el 12,2% de los niños sufre acoso o ciberacoso ocasional o frecuente en Andalucía y un 9,3% de media en España. No conocemos datos concretos sobre la incidencia del acoso escolar en niños con discapacidad intelectual pero sin miedo a equivocarnos podemos asegurar que la cifra sería apabullante. Quizás por ello no sea un dato público. Casi todas las personas adultas que reciben algún servicio de ASPAPROS que han estado escolarizadas han manifestado haber sufrido alguna forma de acoso.
Generalmente cuando un niño con discapacidad intelectual acude a una escuela regular sufre algún tipo de rechazo. A muchos de sus compañeros les es incómodo; algunos lo ignoran, otros lo toleran y otros más, lo agreden y no pierden oportunidad de humillarlo con palabras o actitudes. Es enternecedor comprobar como décadas después del acoso, los sentimientos y los recuerdos están a flor de piel, la herida emocional es profunda y el recuerdo que trae la cicatriz mina la autoestima para toda la vida.
¿El acoso escolar es una endemia del colectivo de niños y jóvenes con discapacidad intelectual?. Todo apunta a que sí. ¿Y cuál es la solución?. Si la hubiera, la desconocemos, pero todo debe pasar por la concienciación social sobre el problema, el fomento de la empatía con los grupos más vulnerables y la implicación de todos los agentes mediante una profusa comunicación. Las medidas reactivas ante el acoso no sirven porque aunque fueran eficaces, el daño psicológico ya se habría producido en la víctima.
En la búsqueda de soluciones están surgiendo padres heroicos que a través de su AMPA y apoyados por FAPACE, impulsan programas de prevención, como es el caso del AMPA Saponaria del CEIP Mediterráneo. Otros padres se asocian en iniciativas como la de FACAE, plataforma contra el acoso escolar que aunque todavía está dando sus primeros pasos cuenta con una amplia base de participación y una acertada visión proactiva. ASPAPROS por su parte está remando casi en solitario desde hace 6 años, previniendo el acoso, sensibilizando y fomentando la plena inclusión con el Programa de Educación en Valores en los centros educativos de Almería. Personas con discapacidad intelectual de la asociación, con apoyos, han concienciado en 6 años unos 2000 niños y jóvenes. Pero “la mies es mucha y pocos los obreros”.
Algunas iniciativas espontáneas e inconexas insuflan poco más que ilusión por un futuro mejor como por ejemplo la de Mediaset España y el Langui “Se buscan valientes”, el proyecto para combatir el acoso escolar del Club Boxeo Tarrassa, La patrulla antiacoso de Chamberí, etc.,…
El futuro está en nuestras manos, hoy estamos construyendo la sociedad del mañana que esperamos que sea tan inclusiva como soñamos, y podamos acabar con el acoso escolar, un esfuerzo que implica la labor de todos. Pero en este empeño la sociedad no puede olvidar a los niños con discapacidad intelectual, victimas silentes y olvidadas, las más vulnerables.
El olulense Alejandro, con el que empezamos el artículo, no sale de casa, ha dejado de comer y no quiere seguir viviendo. ¿Queremos que casos como el suyo se sigan repitiendo?. Evítalo, mójate, no son cosas de niños, no es normal, posiciónate a favor de las víctimas, … se necesitan valientes.
También queremos aprovechar la celebración de este día, para poner en valor a una persona que ha sabido plantarle cara a esta pesadilla que algunos jóvenes viven. Desde ASPAPROS felicitamos a David Martín por ser un espejo en el que nos miramos los que lo conocemos.
David Martín es un joven de 23 años con síndrome de Williams que sufrió acoso durante su etapa escolar.
Los golpes, los insultos y la falta de apoyo de compañeros y profesorado durante años no han logrado cortarle las alas y las ganas de vivir.
Hoy día David es un ejemplo de superación y solidaridad. Se formó en electromecánica, quedó primero en unas oposiciones de ordenanza y actualmente trabaja en la tienda Kiabi de Vícar como consejero de ventas. Como si esto fuera poco, todavía le queda tiempo para darse a los demás y colaborar con los que más lo necesitan a través del servicio de voluntariado de ASPAPROS.