Se le impide donar sangre bajo criterio médico a persona con discapacidad intelectual de ASPAPROS.

A Lucía (nombre ficticio para proteger su intimidad) se le impidió donar sangre ayer en el Centro de Salud del barrio de los Molinos aduciendo el facultativo que las personas con discapacidad intelectual no pueden donar por no ser “plenamente conscientes”.

Ayer tarde un grupo de personas de ASPAPROS acudió al Centro de Salud del capitalino barrio de los Molinos con el objetivo de cumplir uno de los sueños de Lucía, residente en uno de los centros de ASPAPROS, que es no es otro que donar sangre. Pero para sorpresa del grupo, el facultativo responsable del equipo de donaciones amputó rápidamente y sin mostrar empatía las ilusiones de Lucía. Los motivos según dijo el facultativo son médicos: “las personas con discapacidad intelectual no son plenamente conscientes de los riesgos que conlleva la donación para su propia persona y para el receptor de la sangre”. Además argumentó que las personas con discapacidad intelectual pueden incumplir alguno de los requisitos y no acordarse o no ser conscientes de ello. Después de espetar tal generalización, en la que metía en el mismo saco a un colectivo ampliamente heterogéneo, no hizo ninguna valoración individual objetiva para determinar “el grado de consciencia” de Lucía, ni tuvo en cuenta los apoyos que le prestaba Verónica Idáñez, técnico de la asociación que la acompañaba, ni los informes médicos que presentaba.

Lucía tiene una discapacidad intelectual que según el diagnóstico médico es debida a un retraso mental leve sin causa evidenciable, en otras palabras tiene un retraso cognitivo que no le impide en absoluto realizar la actividades de la vida diaria con autonomía, solamente necesitando apoyos para las actividades más complejas.

Los requisitos para donar sangre se fijan en el Real Decreto 1088/2005 publicado en BOE, 16 Septiembre 2005, en los test de cribado para donantes y en la página web de los donantes de sangre, y en ninguno de los casos hemos encontrado causa alguna para impedir que Lucía pueda donar sangre. Sus células sanguíneas son iguales que las de cualquier otra persona, no tiene ninguna alteración, ni disfunción, no toma fármacos, además goza de una buena salud general.

Después de analizar la respuesta del facultativo, haber hablado con otros profesionales médicos nos surgen algunas cuestiones: ¿cómo se puede asegurar que el donante, con o sin discapacidad intelectual, es plenamente consciente de los riesgos que le confiere la donación o de la veracidad de cumplimiento de los requisitos establecidos con un simple golpe de vista, una breve charla o rellenando un test?, ¿es este un método objetivo y no discriminatorio?, ¿todas las personas con discapacidad intelectual aunque tengan estudios superiores, hayan aprobado oposiciones, tengan carnet de conducir, trabajo o incluso hijos, no son suficientemente conscientes para poder donar?,…

Para Lucía esta actividad altruista es más que un impulso solidario, es un sueño, un objetivo vital que parte de lo más profundo de su ser, de la voluntad de ser útil para las personas que lo necesitan, un paso más hacia la autorrealización y su desarrollo como persona. Donar sangre no es un derecho, pero si un deber moral y social, y se deberían dar todas las oportunidades para que una persona pueda ejercerlo, no siendo la discapacidad intelectual una barrera.

Desde ASPAPROS hemos intentado contactar con el Director del Centro de Donación de Torrecárdenas, el Sr. Aref Laarej, para que nos comunique la postura oficial y nos resuelva todas nuestras dudas pero, según nos dijeron, se encuentra disfrutando de asuntos propios. Lo volveremos a intentar el próximo lunes, 14 de noviembre, cuando se reincorpore.

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